Marcel Duchamp, "La Fuente", 1917.


 

    Hay diferentes historias sobre el origen e incluso la autoría de esta obra, pero en este caso, voy a quedarme con la primera que leí en su día en un libro de arte. Según esta versión encontramos que, allá por la segunda década del pasado siglo, el artista Marcel Duchamp pensó en enviar un mensaje a toda la comunidad del arte.

    Hacía tiempo que se estaban poniendo a prueba los límites del arte, ya no valía una definición mimética para enmarcar estas cuatro letras. Pero este impulso llevó a encumbrar todo tipo de obras de artistas que se subieron al carro del “vale tudo”, y que contaban como una legitimación con el prestigio o el renombre (creado en base al precio al que se hubieran vendido sus obras) del artista de turno.

    Por eso, el artista decidió presentar esta obra a la exposición anual que organizaba la Sociedad de Artistas Independientes, con el nombre de “La fuente” y firmada bajo el pseudónimo de R. Mutt.

 

    Como era de esperar, los miembros del jurado de dicha exposición (de la que Duchamp formaba parte) desecharon la obra, no la consideraron arte, al menos arte digno de formar parte de su exposición. Y ahí es donde entró Duchamp a exponer su mensaje, pues lo que el artista quería transmitir es que no vale todo en el mundo del arte, las obras necesitan tener un idea de fondo propia, no se puede coger cualquier cosa y exponerla en un museo solo porque es de un artista considerado importante… craso error.

    Al confesar su autoría, Duchamp provocó que los miembros del jurado vieran la obra con otros ojos, ya no era un urinario, era una obra de Duchamp, un artista de peso y    que cotizaba al alza en el mercado del arte.

    De esta forma, sin pretenderlo, el artista abrió la puerta del todo al arte conceptual, posibilitando la existencia de artistas como Andy Warhol y su famosa lata de sopa Campbell. Porque, desde ese momento, se rompió otro de los límites del arte, permitiendo que cualquier objeto de la vida cotidiana fuera susceptible de acabar expuesto en un museo.


    Pero me gustaría recalcar que, el arte conceptual, no es tan sencillo como coger lo primero que encuentres por casa, ponerle un nombre al azar y esperar que funcione como obra de arte. Puede que esto sea así en el mundo del mercado del arte, algo que, según mi punto de vista, es algo muy diferente del arte. Pienso que el arte conceptual debe llevar necesariamente un mensaje detrás que lo respalde, una historia que, si bien podríamos contar con palabras, el artista es capaz de sintetizar en una obra.


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