Rene Magritte, "Ceci n´est pas une pipe", 1928.


 

    Dentro de la serie de cuadros denominada “La traición de las imágenes”, se encuentra la obra de la que me gustaría hablar: Ceci n´est pas une pipe (Esto no es una pipa).  

    Lo que a primera vista parece una simple contradicción, de la que no merece la pena pararse a mirar los veces, es en realidad una de las mayores verdades del arte expuesta de forma sutil. Bueno, sutil al principio pues, cuanto más lo piensas, más claro lo ves: ¡por supuesto que no es una pipa!

    ¿Podemos llenarla de tabaco? ¿acaso podemos acercarle fuego e inspirar su humo? ¿Podemos ni tan siquiera sentir el tacto de la madera? Solo hay una respuesta y es: no.

    Expandir los límites del arte a veces implica desvelar algunos trucos del mago, rompiendo así el efecto de la magia, pero de eso trata la evolución del arte. No se puede crecer haciendo siempre lo mismo.


    Que los sentidos nos engañan es algo que resuena desde hace siglos, Platón nos lo explicó a los occidentales, la filosofía árabe medieval nos lo recordó y Descartes lo utilizó en su método cartesiano. Es una idea que ha sido expuesta y usada de diferentes formas, aunque también ha tenido sus detractores, pero en este caso Magritte acertó de lleno con el título que introdujo en esta obra.

     Porque lo que vemos no es una pipa, sino la representación de una pipa. Y esa era la idea que el autor quería poner sobre la mesa, el hecho de que el arte representativo, mimético, no es lo que muestra, sino tan solo una representación de lo que muestra. De esta forma, pone en evidencia la diferencia entre el arte y la realidad, y como nuestra mente cae constantemente en la trampa de confundirlas. Pero no hay que olvidar que el arte, al igual que el lenguaje, es un sistema de comunicación inventado, artificial y arbitrario, que nos permite evocar la realidad pero nunca podrá sustituirla.

 

    Puede parecer que esta obra es un golpe bajo al arte por parte de Magritte, pero nada más lejos de esto. No se trata de acabar con el arte, sino de entenderlo, de sacar a la luz todos sus secretos, poniéndolo en el foco de atención para examinarlo desde todos los ángulos posibles. Conocer más sobre el arte no acabará con él, al contrario, nos permite experimentarlo de diferentes formas, expandirlo y darle tantas nuevas perspectivas como nos sea posible. El mensaje es que, si nosotros hemos creado el lenguaje del arte, podremos expandir los límites tanto como nos permita la imaginación.


    Puede que esta obra no parezca una “crítica a la crítica” como las demás que están en esta página, pero hay que entender que, en la época en la que vio la luz esta obra, cuestionar el arte mimético era un acto de rebelión.


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