Boltanski, "Archivo", Documenta de Kassel, 1987.

 

 

    Es hora de viajar en el tiempo, de poner sobre la mesa un pasado no tan pasado que no debemos olvidar pues, como dice la famosa frase: “Aquellos que no conocen su historia, están condenados a repetirla” y nadie querría repetir esta parte de la historia a la que hace referencia la obra.

     Todos conocemos, a grandes rasgos, los sucesos del pasado siglo XX, sería imposible borrar de la memoria dos Guerras Mundiales, pero estas trajeron consecuencias y actos a los que debemos volver de vez en cuando. Y esto es lo que pretende la obra de la que os voy a hablar.

 

    En ella, vemos fotografías de rostros en blanco y negro de niños y adolescentes, colgadas en unos bastidores con forma de rejas, colocados muy juntos para que tengamos que pasar muy cerca de las imágenes. Ninguno de estos elementos esta elegido al azar, las fotografías son de niños judíos que murieron en campos de concentración, que es lo que intentan evocar los bastidores en forma de rejas.

     La clave de esta obra está en el efecto de las imágenes, que nos traen a nuestro presente algo que ya no existe, esa presencia y ausencia al mismo tiempo de unos niños que sabemos que han muerto. Porque la fotografía es memoria impresa de un momento concreto, algo muy específico que nos despierta un sin fin de recuerdos, emociones y además pone a volar nuestra imaginación.

    El espectador sabe qué pasó con estos niños en los campos de concentración, hay multitud de testimonios, respaldados por documentos y pruebas que aún siguen ahí, a pesar de que exista una parte de la sociedad que los niegue. Pero no podemos saber qué pensaron esos niños en el momento en el que fueron fotografiados, cómo se sintieron en esos años de caos y guerra, cómo vivieron sus últimos días…

 

    La obra es una visión de esa parte de nuestra historia a través de la mirada de unas personas que no llegaron a entender la situación por su corta edad. Pero nosotros sí entendemos la situación, sabemos casi al detalle las consecuencias que llevaron al mundo a una Segunda Guerra Mundial en menos de un siglo. Y, aunque no podamos entender el por qué sucedió aquello, sí debemos tener claro que no podemos permitirnos que vuelva a suceder algo ni remotamente parecido. La única forma de evitar volver a construir campos de concentración, es recordando que una vez existieron.

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